Por
Francisco Bermúdez Guerra[1]
Mi generación,
aquella que nació entre finales de los años 60s y mediados de los años 70s, recuerda
con emoción las escenas iniciales de una célebre película: Star Wars. Los
primeros personajes, aquellos que aparecen en las escenas del comienzo, son
robots. Se trata de C-3PO y de R2D2. La ciencia ficción es un género, que como
su nombre lo indica, mezcla realidad y fantasía. Los viajes espaciales son una
realidad, pero viajar a galaxias lejanas todavía es una fantasía. Los robots
son una realidad, pero los humanoides todavía son fantasía. El género de la
ciencia ficción en el campo de la literatura ha contado con nombres célebres,
entre ellos se destacan Julio Verne, Ray Bradbury, Isaac Asimov, Philip Kindred Dick,
y Frank Herbert, por mencionar algunos. En el cine, George Lucas, Steven
Spielberg, James Cameron, y Robert Zemeckis nos han presentado las más
grandes obras del séptimo arte en ese campo. La ciencia ficción hace parte de
un deseo humano, el deseo por el progreso de la ciencia, de la tecnología, de
la informática. Describir mundos ficticios gobernados por aparatos inexistentes,
por tecnología que todavía no se ha desarrollado, hace parte del ideario
fantástico de la mente humana. Soñar con robots que se parecen a los hombres,
con naves espaciales que viajan a velocidades impresionantes, con armas que no
existen, es una necesidad. La necesidad de creer en mundos inexistentes,
ficticios, es inherente al hombre. Sin embargo, la ciencia ficción también le
plantea un reto al hombre: hacer realidad los sueños. A principios de los años
60’s el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, propuso un reto: llevar
el hombre a la Luna. El reto sonó como de ciencia ficción, ocho años después el
sueño de este líder se hizo realidad. Muchos sueños que se plasman en los
cuentos, en las novelas, en las películas, podrían llegar a ser realidad. “De
la Tierra a la Luna” de Verne, narraba el proyecto de viajar a este satélite
artificial, y un siglo después ese proyecto saltó de la realidad a la fantasía.
La ciencia ficción muestra extremos, muestra límites, que podrían ser absurdos
en ciertos casos, como la historia de los simios que se adueñan del planeta
Tierra. Esos límites generan una serie de interrogantes sobre hechos que
eventualmente podrían suceder. Una catástrofe ecológica, una crisis climática,
un terremoto global, una guerra espacial, el descubrimiento de vida en otros
planetas, etc. Los límites y los extremos desatan el estudio de posibles
escenarios para los cuales la humanidad y el hombre no se han preparado. Esos
escenarios, que podrían ser absurdos en ciertos casos, se convertirían en
realidades si el mismo ser humano no hace nada para detener las causas que los
podrían producir. La ciencia ficción plantea esos escenarios de manera
fantasiosa y hasta lúdica, pero, no podríamos descartar del todo el aporte a la
realidad que hace la fantasía. La ciencia ficción es vista con desidia por
algunos, les parece una pérdida de tiempo, una forma más de perder el tiempo,
una elucubración sin pies ni cabeza. El género ha sido abordado por verdaderos
científicos, ese es el caso de Isaac Asimov, y de Carl Sagan quien se atrevió a
escribir una novela sobre el posible contacto de los seres humanos con
supuestos extraterrestres. En mi novela “Robots en índigo” se plantea una
hipótesis compleja: el desarrollo robótico in
extremis. Los robots superan al ser humano en inteligencia, en capacidad de
mando, en evolución biológica. Los robots toman el poder en el planeta Tierra.
La libertad ha sido amenazada por la creación de máquinas no humanas. Este tema
ya ha sido abordado en otras ocasiones, sin embargo, aquí se hace desde un
punto de vista literario, con cierto tufillo de thriller, y hasta con humor. El
argumento da para varios debates. Los límites de la ciencia, la ética
tecnológica, el poder político en manos no humanas, la colonización del espacio,
el futuro de la humanidad como raza. “Robots en índigo” entra en un espacio ya
recorrido, en unas hipótesis que ya se han estudiado, por lo tanto sólo queda disfrutar
de la lectura de la historia. Yo disfruté mucho al escribirla, y eso implica,
que por lo menos una persona ya gozó con “Robots en índigo”, que no es un
documento científico; es un simple cuento novelado, o una novela fantástica, o
una historia de ciencia ficción. En mis anteriores novelas traté otros temas:
el misterio, el amor, el derecho, y ahora le correspondió el turno a la ciencia
ficción. Es un homenaje a los autores de ese género literario, en especial a
Ray Bradbury fallecido en este mismo año, y quien escribió un ensayo genial que
me ha servido como inspiración a la hora de crear historias: “Zen en el arte de
escribir”. El futuro tendrá novelas, desde el luego, el mecanismo de su lectura
será el libro, el e-book, el documento electrónico, sin embargo, puedo decir
con certeza que el hombre seguirá soñando, seguirá creando cuentos fantásticos,
seguirá elucubrando narraciones increíbles. De eso sí estoy seguro.
[1]
Escritor colombiano. Autor de las novelas “La dignidad de los soldados del
tiempo dorado”, “Venus sonríe como tú”, y “El unicornio del bosque de las
mariposas”. Página web: http://fbermudezg.wix.com/novelas
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